jueves, 29 de mayo de 2008

¡Me voy a Marte!

Hoy por hoy sólo tengo un deseo, y por rabia que le pueda producir a mucha gente, dependo, como para casi todo de los norteamericanos.
Habida cuenta de los peligros que corremos los españoles cuando ejercemos como librepensadores, he decidido por qué voy a luchar a partir de ahora, aun tarde debido al endurecimiento de mi antaño tierno y adolescente aparato librepensador. ¡Me iré a vivir a Marte!
¿Qué hay que estudiar para ser astronauta? ¿Hay que saber inglés obligatoriamente? ¿Debemos conocer cosas raras como esas “leyes de la física”? son preguntas que no me enseñaron a contestar en “eso” que el gobierno llama sistema educativo español, eso que ni con el derecho a objetar defienden mis políticos “PPreferentes”.
En todo caso, quiero irme a vivir a Marte, “Phoenix” rezo porque encuentres agua y puedas darme la ocasión de establecer mi pareado en las costas del mar de “Hellas” o cualquier otro que artificialmente podamos urgir a la naturaleza a regalarnos.
Aunque quién sabe si los sistemas “sociales” de los microorganismos marcianos ya se han hecho eco de la Palabra del Superhombre vasco y tienen entre sus filas un Ibarretxe, es decir, han desarrollado esa alergia contumaz llamada separatismo y al contrario que en nuestra historia natural, como seguramente sean más avanzados, ya están tendiendo a la desagregación, sin pasar por los pasos previos que contrariamente urdían la unión para la fuerza.
Quizá porque son más listos que nosotros, ya han descubierto en su estado microbiano la clave para la instauración del totalitarismo, la destrucción de la libertad de expresión, la “Losantofobia”, (según la RAM [Real Academia Marciana]: 1. terror por la posible convicción popular de la verdad; 2. Terror por parecer convencido de una verdad no universal, pero a fin de cuentas una verdad demostrable.), la complicidad producida por el silencio; se harán aliados de los seres humanos, claro, porque les ofreceremos una tregua para armarnos con “flusfluses” que puedan acabar con ellos mientras aquí nuestros políticos “terricolistas” lanzan referéndums en contra de los librepensadores que respetemos la legalidad galáctica.
Ya han descubierto la política migratoria solidaria y la alianza de civilizaciones, mediante la cual y citando a Reverte, se harán “débiles y miserables, y les reventaremos con sus propias contradicciones”.
En fin, ya son conocedores de la dura lucha para la que deberán pertrecharse en pro de la defensa de ideas, algo han oído sobre una tal San Gil, y en su raíz, la cultura que durante tantos siglos les hará avanzar.
Sabedores de ello, y como seres inteligentes ya se han rendido al magnetismo populista y jacobino, generalizador de derechos minoritarios, creador de nuevas eras en función de los monzones, han rendido Marte a sus propios demonios porque calladitos están más guapos.
Pero va, zanjemos esta hipótesis como dice el anuncio, “No se preocupen por Marte, esto es sólo una ensoñación y yo… yo soy sólo un actor”.
Mejor preocuparse por España, que quieran o no esos pocos chiquilicuatros, no es una ensoñación, es una realidad, nacional por supuesto.
Y yo me vuelvo a Madrid, que se me acumula el trabajo, esperando mi nómina con impaciencia, y la devolución de mis cuatrocientos euros, rezando, evidentemente en privado, para que una desgracia que nadie quiere, me obligue a retornárselos con intereses a las arcas del multiestado.

No hay comentarios: